Por Omar Morales

Iniciemos con la paráfrasis de un clásico: “El Pop no tiene la culpa de su mala reputación”. Muchos críticos y melómanos desprecian con facilidad los valores artísticos que pueden llegar a tener algunos trabajos desarrollados en este género, pero no todo el pop es pirotecnia de baja calidad. Por ejemplo, este año se han editado grandes discos como el de Lianne La Havas o el de Rufus Wainwright. A estas alturas del siglo XXI el pop todavía puede ser sorprendente y explosivo. A mi gusto, Unapologetic no es el caso.

Rihanna es una marca, de las más rentables y exitosas en la industria musical. Lo que ha logrado a nivel mercantil en siete años de carrera es envidiable y digno de admiración: ha vendido más de 25 millones de copias físicas de sus discos y ya rebasó los 60 millones de canciones digitales vendidas en todo el mundo; según la revista Forbes, entre mayo de 2011 y mayo de 2012 obtuvo ganancias por 53 millones de dólares; su gira Loud de 98 conciertos entre junio y diciembre de 2011 fue vista por casi un millón trescientas mil personas; ha ganado cinco American Music Awards, dos BRIT Awards, cinco Grammy y 18 Billboard Awards. Nada mal para una chica de apenas 24 años.

Rihanna tiene una gran personalidad sobre el escenario, físicamente es muy atractiva y tiene una voz promedio en el género. Su éxito radica, parte, en hacer muy bien lo que Madonna: disfrazar sus carencias musicales, contratando a la gente adecuada para fabricar canciones pegadizas. Por ejemplo, el equipo de producción, composición e intérpretes de Unapologetic incluye estos nombres: David Guetta, Eminem, The-Dream, Sia Furler y Chris Brown… (Sí, el mismo Chris Brown que la golpeó en 2009 la noche previa a la entrega de los Grammy. A dueto cantan “Nobody’s Business” o “Este asunto es de nadie, sólo es entre mi nene y yo”… Haré caso, ese asunto no me compete).

Musicalmente Unapologetic se descifra con facilidad y su contenido puede dividirse en tres: la inconfundible fórmula Guetta de melodías dulces y ritmos que rondan los 140 beats por minuto; la mezcla de pop y dubstep con grandes bajos y sintetizadores chillones muy recurrida en estos tiempos (la moda de imitar a Skrillex); y algunas baladas que pueden matar del aburrimiento hasta a los más entusiastas del género (“Love without tragedy” se lleva las palmas en esta categoría). Pero si uno escucha con atención, es posible encontrar algunos pasajes atractivos, sonoramente hablando: en “Numb”y “No love allowed”, por ejemplo, hay buenas construcciones rítmicas y armónicas. El resto me ha dejado la impresión de ser ordinario y hasta tedioso.En conclusión, Unapologetic es un disco con valores de producción irreprochables, que musical y líricamente abusa de los clichés del pop, pero que seguramente gozará de una gran popularidad. A mí lo que más me gustó fue la portada.