El esfuerzo está bien dirigido. La idea es reivindicar una serie de sonidos que en México circulan poco, aquella tradición del rock americano contemporáneo (John Mayer, Ben Harper, et al) que a su vez recuerda los años maduros del rock pop de autor de los 70 (Springsteen, Jackson Browne, Fleetwood Mac).Es evidente el interés por estas músicas y debe ser juzgado dentro de su terreno.

Veamos: hay un sentido musical congruente a su objetivo. Los arreglos son discretos, muy limpios, perfectamente distribuidos a lo largo de las piezas. La voz de Pablo Cantú es apta para la tarea, varonil suficiente, goza de buen tenor. Estructuralmente, se puede presumir de un todo muy bien armado, pulido, hay fluidez para cada melodía, el sonido está muy bien cuidado.

Y el conflicto, hablando de cuidados, viene en la soltura. A lo largo del Y’s EP se siente cierta aversión al riesgo, como si una u otra textura distinta, un cambio súbito en los decibeles, peligraran la misión emprendida. El clamor romántico de la mayoría de sus contenidos juega bien en lo formal, no hay queja en la construcción de las canciones, pero después de tiempo se vuelve un tanto aburrido. La posibilidad de descuidarse las espaldas, jugar un poco a ser otra agrupación, está fuera de toda posibilidad.

“Timing”, y sobre todo “Dude Get Clean” son excepciones a la norma, presentando un panorama sónico en el que los propios músicos de la banda se escuchan verdaderamente involucrados con lo que hacen. Hay guiños amenos al funk, al mundo de la electrónica, al rock psicodélico de los noventas y setentas. Funcionan, además, como excelentes narrativas: la concentración al máximo de sus intérpretes nos lleva de la mano por cambios de juego, saques de banda, goles, autogoles, faltas irredentas. Prometen de una banda que apenas comienza y tiene qué ofrecer.

Lo demás requiere un poco más de compromiso, de a ratos. “Burning Candles” se adjudica una buena línea melódica, acompañada de sonidos escuchados ya cientos de veces en la Inglaterra post-rave. “Someday” se antoja genérica, un tanto olvidable. “The Waitlist” es un momento dulzón disfrutable, musicalmente cercana a Neil Young pero con las peripecias clásicas del cantautor de fines del siglo pasado. Su coro, un claro homenaje a Cerati.

Producido por la propia agrupación, The Y’s sufre quizá de estos descuidos: una mano profesional podría aventurar sonidos más, sonidos más, para lograr así resaltar las cualidades naturales del grupo.

Que, sin duda, existen.