Por: Omar Morales

La credenciales de Chick Corea bastan y sobran para dejar babeando a cualquiera: 51 años de carrera, más de 150 discos, 61 nominaciones a los Grammy (de las que ha ganado 22). Su nombre completo es Armando AnthonyCorea, nació en 1941 en los Estados Unidos con sangre italiana y española, toca el piano desde los cuatro años yantes de cumplir 30 ya había compartido escenario y estudios de grabación con gente de la talla de Mongo Santamaría, Stan Getz, Dizzie Gillespie, Sarah Vaughn y Miles Davis…

Chick Corea es uno de los mejores pianistas, compositores y arreglistas en la historia deljazz, rebasando sus fronteras ymezclándolo con rock, música clásica, africana, oriental y latina. Aunque deboreconocer que trayectorias impolutas no hay y, sobre todo en las décadas de los 80 y 90, Mr. Corea ha realizado algunas incursiones por los pantanos delsoft jazz(ese que se distingue por meloso y simplón), pero de forma incontrovertible la mayoría de su obra puede ser calificada como genial.

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A sus 72 años el maestro Chick Corea se encuentra en muy buena forma y sigue sorprendiendo con sus habilidades musicales. Su aventura más reciente se llama The Vigil, un nuevo quinteto que armó con algunos fenómenos bastante más jóvenes que él: el guitarrista Charles Altura, el bajista Hadrien Feraud, el baterista (y nieto del mentor de Corea, Roy Haines) Marcus Gilmore y el saxofonista (clarinetista y flautista) Tim Garland. En directo esta formación es apabullante y para su disco debut se reforzaron con invitados de alcurnia: Stanley Clarke (bajista, leyenda viva deljazz), Ravi Coltrane (saxofonista, hijo de ese tótem llamado John Coltrane), y Gayle Moran (cantante y pianista de laMahavishnu Orchestradurante la década de los setenta y actual esposa de Chick).

The Vigil es un disco bipolar que se debate entre el pasado eléctrico de Chick Corea y un futuro en búsqueda de nuevas formas de improvisación. Por momentos sorprende y en otros decepciona. Está armado con sietetracks, el más breve de cinco minutos y el más largo de 17:36, de los cuales seis son piezas instrumentales y una canción. Creo que cuando Corea dirige sus instintos musicales hacia sus maravillosos ejercicios de fusión de las décadas de los sesenta y setenta en las que grabó joyas comoSundanceyThe Leprechaun(además de esa obra maestra tituladaBitches Brewque interpretó bajo el mando de Miles Davis), es cuando sus nuevas composiciones pierden efectividad. En ese entonces eran muy claras sus intenciones por romper las reglas y buscar nuevas formas en el jazz, hoy suenan a una repetición más que carece de la vitalidad originaria.

Pero cuando se olvida de las autoreferencias y desboca su maestría como intérprete, compositor y arreglista, los resultados son superlativos. Eltrack3 (Portals to forever), por ejemplo, emociona al dirigir la memoria auditiva al historial eléctrico y ecléctico de Return to Forever (esa legendaria banda que formó Corea en 1972), pero se queda corta al ser medida con sus antepasados. En cambio las dos piezas que cierran el disco, Pledge for peace y Legacy, son de una fuerza, precisión y virtuosismo capaces de volarle la cabeza a todo fanático del jazz y demás músicas complejas. En resumen, un disco irregular que pasa de los signos de interrogación a los de admiración con mucha facilidad, pero que confirma la maestría del gran Chick Corea y su muy cuestionable gusto para elegir sus portadas.