Catorce canciones, en estos días donde la inmediatez de las distribuciones cibernéticas lo hacen todo más en corto, no son pocas. Podría decirse que, para nuestros oídos acostumbrados ya a la fácil digestión de los sonidos (a su vez, diseñados cada vez más para la fácil digestión), es una extensión considerable, peligrosa hacia lo aburrido.

Nicolas Jaar es un muchacho muy joven, de ascendencia chilena pero estadounidense a fin de cuentas. Así como la urgencia de empezar y acabar un disco con rapidez se ha incrementado en los últimos años, también la necesidad de encontrar "enormes" talentos de corta, cortísima edad. La industria musical, si existe ya tal cosa, se asemeja en mucho a la del mercado de futbolistas.

Como con James Blake, disco homónimo del músico, el debut de Nicolas Jaar funciona por momentos, nada más. Space is only noise fue armado en semanas por grabaciones existentes desde hace años, cuando el joven estudiante rondaba los 14 años.

Es un ejercicio interesante de las narrativas sonoras. Se encuentra lleno de intermedios, de momentos de bajo perfil que únicamente realzan aquellos minutos que pudiéramos considerar de pop verdadero. Son pasajes lentos, meditativos, pero demasiado discretos. No hay en ellos (no se muestra) un compromiso emocional de parte del músico, ninguna entrega. Están sónicamente bien armados, Jaar goza de cierto talento en la silla del piano, pero no rescatan al disco más que como rellenos simples simpáticos.

Aquellas piezas imaginadas como canciones, digamos, "formales", son interesantes pero distan mucho de resultar innovadoras. "Colomb" o "Too Many Kids Finding Rain In The Dust", por ejemplo, son seriaciones melódicas muy de los noventas, mientras que otros ejercicios como "Keep Me There" y "I Got A Woman" no recuperan el estándar para ser consideradas otra cosa que buena música para un restaurante de fondues y comida orgánica. Lo demás es simple y llanamente aburrido.

Jaar, comparémoslo con James Blake, es un músico mejor formado. Es de texturas más ricas, variadas. Pero no se sienten en sus sonidos las emociones más básicas de un apasionado, de un enamorado de los sonidos. Si dice admirar a Satie, a Brubeck y a Ricardo Villalobos, tres genios monumentales característicos por sus pasiones musicales, falta mucho en demostrarlo. Space is only noise suena hueco, conceptualmente unificado, por momentos aburrido. Es como si Jaar diera por sentado su talento. Como si diera por cierto que es capaz de cosas mejores, no tuviera que demostrarlo.

No hay sentimiento. No se esucha un esfuerzo por compaginar con el escucha. Oír el disco en repetidas ocasiones refuerza la idea.

La edad no minimiza su indiferencia. Si acaso, la hace más latente.