Por: Omar Morales @OmarInMorales

Los músicos, en diferentes dosis y con excepciones, solemos ser personajes obsesivos, controladores y egoístas que sufrimos y enloquecemos con algunos aspectos de nuestro oficio. De ahí que muchas de las piezas y canciones más exitosas en la historia de la música estén basadas en sensaciones similares, letras y melodías ansiosas y depresivas que dominan las listas de popularidad.

En sentido contrario danzan por ahí algunos necios, con distintos niveles de sinceridad e hipocresía, que se empeñan en repartir y contagiar su luminosidad y optimismo, compositores e intérpretes naifs que cantan y escriben con los parámetros estéticos de las tarjetas Hallmark.

Mis dos afirmaciones anteriores son claramente rebatibles por tontas y reduccionistas, pero sirven para dar sustento a una tercera quizá más exagerada, la que reza que por encima de todas las subespecies de músicos, está Ringo.

A sus casi 75 años Ringo Starr es el tipo más relajado y menos presuntuoso de la industria del entretenimiento, una leyenda viva que logró dar forma a su sueño infantil de ser una celebridad y dedicarse a la música. Ajeno a las excentricidades y falsas pretensiones, Ringo es uno de los ejemplos más dignos de los artesanos y obreros del rock, un esforzado trabajador que lleva tocando la batería desde 1953.

Cuando a sus 22 años recibió la invitación para unirse a los Beatles, Ringo ya era un instrumentista respetado. Algunos críticos, historiadores y fanáticos mala leche se han empeñado en minimizar y menospreciar sus habilidades musicales, pero nadie debería ignorar que el señor Starkey ayudó en mucho a la consolidación de la figura del baterista en el paradigma pop.

Con un bajo perfil, comparado al de McCartney, Ringo acaba de editar su disco de estudio número 18 y desde 1989 ha realizado varias giras globales muy exitosas con su All-Starr Band. A Ringo no le da por la experimentación o la vanguardia, por buscar nuevos sonidos o forzar las fronteras entre géneros, Ringo lo único que sabe hacer es Rock’n Roll.

Postcards form paradise es un disco de rock’n roll, compuesto, ejecutado y producido por un ícono del género, no más, no menos. 11 canciones nuevas que escribió junto a viejos cómplices como Dave Stewart, Joe Walsh, Glen Ballard y Richard Marx, que fueron grabadas en el modesto estudio californiano de Starr y producidas por él mismo.

Los instrumentistas base que grabaron este disco fueron los miembros actuales de la All-Starr Band: Steve Lukather (guitarra y coros), Gergg Rolie (teclados), Todd Rundgren (guitarra y armónica), Richard Page (bajo y guitarra acústica), Warren Ham (saxofón y percusiones) y Gregg Bissonette (batería y percusiones). Todos, junto a Starr, compusieron la canción 8 de este disco, Island in the sun.

Acorde a su personaje, Ringo es un tipo generoso que suele invitar a sus amigos a grabar en sus discos. La lista de invitados a esta fiesta, además de los arriba mencionados, incluye nombres como Benmont Tench, Peter Frampton y Nathan East. Puro virtuoso al servicio del rock.

Postcards from paradise cumple con las características de la discografía Ringo: composiciones relajadas con una mezcla de rock, blues y reggae sin ánimos vanguardistas, interpretadas poruna avalancha de virtuosos rocanroleros;canciones grabadas y mezcladas con mucha precisión y pulcritud, sostenidas por un sonido de tambores que cualquier productor envidiaría. Muchas de las letras refieren al pasado, dos en específico a sus viejas bandas. Rory and the Hurricanes es el grupo que Ringo abandonó para convertirse en uno de los baterista más importantes del rock, y en Postcards from paradise, que escribió a dos plumas con Todd Rundgren, cita 24 canciones de los Beatles.

En resumen, el disco número 18 de Ringo Starr es sumamente disfrutable en el contexto adecuado, es un trabajo amable que transmite el ánimo laxo y distendido de su creador, un disco de composiciones y ejecuciones rock impolutas que por momentos abusa de sonoridades anacrónicas con sintetizadores de timbres ochenteros y percusiones artificiales, pero que a cambio ofrece guitarras y baterías que confirman la autoridad de Ringo Starr.

Mis favoritas del disco: Postcards from paradise, Island in the sun, Let love lead.