Por: Omar Morales @OmarInMorales

El paradigma musical del rock es abundante en mitos, enigmas y misterios: teorías de la conspiración como los montajes mortuorios de Morrison y Presley, leyendas fantásticas como los enanos festivos de Freddie Mercury, la trama negra de Sir Paul y su impostor, el pacto diabólico de Robert Johnson y la reencarnación absurda e inexplicable de los Smashing Pumpkins, por mencionar algunos.

Por un lustro de los años noventa fueron los amos del pomposamente mal llamado rock alternativo, los Smashing Pumpkins vendieron discos y dieron conciertos como pocos, guiados con mucho tino por el talento de Billy Corgan como compositor y sus fuertes alianzas con genios de la producción como Butch Vig, Alan Moulder y Flood.

Su éxito y popularidad tuvieron la curva de una onda senoidal, su disco debut llamó la atención de muchos y superó el millón de copias vendidas, pero el último de su primera época fue ignorado y terminó siendo un fracaso comercial. Lo que nadie puede regatearles, independientemente de su desprecio o deferencia por el grupo, son sus indelebles himnos pop que con tanta dignidad han envejecido:

Después de múltiples conflictos internos y un bajón considerable de popularidad, en el 2000 los Smashing Pumpkins marcaron su fin, cada quien agarró su camino y por varios años el nombre del grupo vivió de recopilaciones, pero en 2005 Billy Corgan anunció sus intenciones de reunión y llamó a sus antiguos compañeros. Sólo uno aceptó, el baterista Jimmy Chamberlin, quien volvió a terminar su relación con el grupo en marzo de 2009, así que del cuarteto original queda únicamente la cabeza.

Ya lo dije y creo que nadie puede refutarlo, Billy Corgan es un magnífico hacedor de canciones, además prolífico, es casi obligado que el hombre haya vuelto a su oficio natural de compositor e intérprete, lo que no entiendo es su necedad por mantener el nombre de su vieja banda que, salvo por él, poco tiene que ver con la que tiene ahora.

En 2009 Corgan anunció un ambicioso proyecto musical relacionado con el tarot,Teargarden byKaleidyscope, 44 canciones que en principio regalaría una a una por internet pero que finalmente decidió dividir en tres discos: Oceania, Monuments to anelegyy Day for night. El único músico que lo ha acompañado de forma constante en la empresa es el guitarrista Jeff Schroeder, el resto han sido invitados o miembros temporales de los Smashing Pumpkins.

Monuments to anelegyes un disco breve, apenas 32 minutos y medio, sumamente irregular. Algunas de sus canciones muestran el músculo fortalecido que caracterizó a Corgan en los 90, pero otras descubren sus obsesiones más dulces y simplonas. El concepto armónico se divide en tres: canciones dominadas por guitarras y distorsión, otras por sintetizadores y las menos con la combinación de ambas. Por ejemplo, One and all es una versión revitalizada de lo más pesado y ansioso de los Smashing,Monuments es una mezcla muy afortunada del Corgan eléctrico y electrónico, yen sentido contrario la melodramáticaRun to me fue adornada con unos sintetizadores extremadamente cursis e innecesarios.En un par de entrevistas que ha dado recientemente afirma que buscó formas pop con la intención de contagiar a la mayor cantidad de público posible con este disco. Creo que exageró.

Sólo tres músicos interpretaron todos los instrumentos que se escuchan en Monuments to anelegy, Tommy Lee (sí, el integrante de Mötley Crüe y ex esposo de Pamela Anderson) quien hizo un muy buen trabajo en la batería, James Schroeder grabó la mayor parte de las guitarras y Billy Corgan se encargó de lo demás (bajo, sintetizadores, guitarras y voces). Este disco no se distingue por la calidad y uniformidad de sus composiciones pero sí por loatinadode su producción, David Botrill mezcló con probada maestría las múltiples guitarras unísonas y le otorgó un cuerpo robusto a cada uno de los tracks.

Monuments to anelegy es también un claro ejemplo de la absurda ineficiencia de algunas decisiones ejecutivas en las grandes discográficas. En marzo de este año se hizo pública la relación entre los Smashing Pumpkins y BMG (subsidiaria de Sony music y Bertelsmann Music Group), pero a dos semanas de que este disco saliera a la venta en los Estados Unidos es complicado adquirirlo en el mercado mexicano, su edición digital no está disponible en iTunes México ni en Spotify y la versión importada en CD cuesta 295 pesos en Mixup. Los Smashing Pumpkins tienen una amplia base de fanáticos en nuestro país, hecho que poco le importa a la disquera encargada de difundir su nuevo trabajo.

Mis favoritas del disco: One and all, Drum + Fife y Monuments.