Por Omar Morales

Vampire Weekend es un grupo tenaz. A partir de que su primer disco (homónimo de 2008) obtuvo una popularidad relativa, buena parte de la crítica estadounidense se ensañó por la clase social de los integrantes de este cuarteto neoyorquino: estudiantes con buenas calificaciones de la Universidad de Columbia y nacidos en familias acomodadas.

Sin justificar la mala leche de esos periodistas, cabe anotar que justo ese año la economía de su país era un desastre, y quizá por eso algunos los juzgaron con envidia por delante. En sentido contrario, algunos medios desbordaron su entusiasmo y sobrestimaron las capacidades musicales de estos muchachos. No es escatimable el conocimiento que tienen de la tradición pop norteamericana y la habilidad que han mostrado para combinarla con elementos musicales de otras tierras (sobre todo africanas y caribeñas), pero de ahí a calificarlos como uno de los actos más novedosos de tiempos recientes hay un trecho considerable de por medio.

No, Vampire Weekend no merece ser criticado por su origen social (ni ningún otro artista o entretenedor), ni tampoco es una banda que rezume originalidad en sus canciones. De ahí mi ánimo por el adjetivo tenaz, estos músicos han sabido ocuparse de su oficio e ignorar lo que el mundo tenga que decir de ellos o sus canciones.

Vampire Weekend – Step (Official Lyrics Video) from Rokkit on Vimeo.

El lanzamiento del tercer Lp de estudio de Vampire Weekend estaba programado para el martes 7 de mayo, pero debido a problemas con la maquila y distribución de las ediciones físicas saldrá a la venta siete días después. Logística aparte, Modern vampires of the city demuestra el crecimiento del cuarteto como intérpretes, compositores y arreglistas. Es un disco con mayor diversidad melódica, ejecuciones precisas y agradables armonías que sorprenden en su contexto. Si sus dos primeros discos remitían a primera escucha al Graceland de Paul Simon y al Rey Momo de David Byrne, con el tercero es inevitable pensar en Brian Wilson y sus Pet Sounds. La gran ventaja que tiene Vampire Weekend respecto a otros grupos de su generación es el timbre de voz de su cantante, Ezra Koenig, por la facilidad con que se adhiere al oído. A su alrededor han sabido construir una sonoridad bipolar: vibran como ellos mismos y resuenan como la historia del pop, de ahí que buena parte de su éxito radique en la familiaridad de sus canciones. Este disco puede ser nuevo, pero llevamos décadas escuchando las referencias de su contenido.

Modern vampires of the city es una obra tersa, amable, que fácilmente conduce al canto y baile comunal. No es un disco novedoso u original, pero tampoco importa. Es un disco de pop que honra a lo mejor de su estirpe. El único defecto que encuentro pertinente mencionar es el procesamiento electrónico que aplicaron a la voz en algunos tramos, los efectos que modifican el timbre y hacen un sonido más grave o más agudo (en México la referencia popular es la voz radiofónica de “El Morro”) deberían estar prohibidos por ley. Superado el trauma (creo que sólo Frank Zappa supo llevar a buen puerto esa práctica), Modern vampires of the city es un disco de pop con muy buena factura.Modern vampires of the city