Por Omar Morales

Atento aviso: las siguientes líneas no son aptas para fanáticos de Sigur Rós. Si eres una persona de paz, que goza las composiciones de este grupo Islandés, sugiero que ignores esta reseña y (muy probablemente) te ahorres un disgusto (y algunos insultos hacia mí).

Llevo un par de días escuchando repetidamente y con atención el séptimo disco de estudio de Sigur Rós, Kveikur, y he confirmado mis sospechas, su obrano admite tibiezas: te encanta y genera adicción o te intoxica y no la toleras (similar a los problemas generados por la lactosa). Confieso mi falta de entusiasmo por su música y me resulta inexplicable su gran popularidad porque, en teoría, sus principales características no corresponden con los estándares del mercado global: sonteatrales y melodramáticos, cantan en islandés y Vonlenska (un lenguaje inventado por ellos que puede traducirse al inglés como Hopelandic) y se inclinan por la contemplación auditiva y la monotonía sonora.

Desde un punto de vista generoso puede ser considerado como un grupo vanguardista y experimental, pero con cierto rigor se les puede acusar de aburridos y melifluos. La falta de versatilidad no es un pecado en el mundo del pop (de hecho en algunos casos es aplaudible la constancia estilística), pero si te autodenominas como una banda progresista son recomendables las variantes radicales de vez en cuando. Mi principal inconformidad con la música de Sigur Rós no tiene que ver con su falta de originalidad, sino con que ellos mismos se califiquen como un ente en constante transformación. Después de siete discos yo sigo escuchando lo mismo.

Sigur Rós – Ísjaki (Official Lyric Video) from sigur rós on Vimeo.

Reconozco y aplaudo las virtudes de Kveikur, es un disco con grandes valores de producción que no escatimó en recursos humanos y tecnológicos. El trabajo armónico que acostumbran estos islandeses puede derivar fácilmente en grabaciones y mezclas que tienden a la ininteligibilidad (de formas y perspectivas difusas) pero en este disco las capas sonoras fueron bien distribuidas. Kveikur es una pieza fonográfica de manufactura irreprochable, bien planeado y ejecutado, con una de las portadas más interesantes del año. A mi gusto el problema está en el fondo, en las ideas musicales. Sigur Rós es la misma melodía (monótona, cursi y predecible) repetida una y otra vez. Para este disco añadieron algo de velocidad, distorsión e intensidad en algunos puntos; guitarras, bajos y percusiones con mayor agresividad (digamos que modificaron un poco el maquillaje, pero mantuvieron la misma expresión en el rostro).

De hecho el primer track del disco, “Brennisteinn”, promete de más y engaña con percusiones de corte industrial y un bajo potente que a la mitad se transforma en una cabalgata pop que termina con un pasaje áspero y reconfortante a la vez. Pero conforme pasan las canciones el viaje se convierte en una larga e interminable recta en medio de un paisaje desértico que no cambia, y sigo sin entender el por qué es una de las bandas más sobrevaloradas de nuestro tiempo, leo a varios críticos sobrados de entusiasmo que califican este disco como una gran transformación y dudo seriamente que hayamos escuchado lo mismo.

En trabajos anteriores Sigur Rós demostró su capacidad para crear pasajes instrumentales interesantes y Kveikur la confirma (disfruto mucho más de su música cuando se alejan del formato tradicional de la canción pop, creo que sus atmósferas son mucho más efectivas que sus baladas). Para colmo lo mejor del disco quedó fuera de la edición estándar, porque la versión de lujo cierra con dos piezas de sonoridad y arreglos intrincados de belleza abstracta: “Hryggjarsula” y “Ofbirta”.

La música de estos islandeses es un cliché de la industria audiovisual contemporánea, perfecta para acompañar publicidad y documentales. Después de escuchar este disco por sexta vez imagino la siguiente escena: en una día soleado me arrojan a mar abierto con 50 kilos extras atados a mi tobillo izquierdo. Una cámara, con la superficie y el sol de fondo, registra en contrapicada mi hundimiento. Una imagen lenta, fuera de foco y con el noveno track de Kveikur como el soundtrack perfecto para musicalizar mi muerte por aburrimiento…