Por Omar Morales

Pienso en la industria discográfica como un monstruo gigantesco gravemente herido. Con una lanza clavada en el pecho que está a punto de atravesarle el corazón. Y, por un instinto suicida, quizá, el monstruo hace todo lo posible por empeorar su estado. El caso es que los dirigentes de algunas disqueras, independientes y transnacionales sin distinción, siguen estrategias indefendibles.

Acompañada por Flea y Dave Navarro, en guitarra y bajo respectivamente, en 1995 Alanis Morissette sorprendió al mundo con uno de los mejores sencillos pop rock de esa década: You oughta know. Apenas tenía 21 años y lanzó una bomba que no ha podido superar. Alanis ha vendido poco más de 60 millones de discos, casi 60% corresponden a Jagged little pill.

A principios de este año anunció el lanzamiento de su octavo trabajo de estudio: Havoc and bright lights.En una de esas estrategias indefendibles que mencioné líneas arriba, en lugar de un lanzamiento global el disco irá apareciendo poco a poco en distintas partes del mundo, convirtiéndose en un festín para la piratería. El 22 de agosto salió a la venta en Japón, entre el 24 y el 27 en la mayor parte de Europa, el 28 en Estados Unidos, Canadá, Sudamérica y parte de Asia. En México no hay fecha oficial de lanzamiento físico ni digital.

Hace varios discos que no revisaba con atención el trabajo musical de la señora Morissette, y con este me quedó claro por qué su popularidad ha disminuido considerablemente. Este año ha habido discos pop de gran hechura que sorprenden por su sonoridad, Havoc and bright lights no es el caso. Si quieren comprobar mis palabras, en Spinner pueden escucharlo.