Por Omar Morales

Kate Nash es admirable por varias razones: actriz y cantante, toca cuatro instrumentos con soltura y compone melodías contagiosas, a los 18 años comenzó su carrera musical y a los 21 ganó el BRIT Award a mejor artista femenina, a los 23 fundó su casa disquera, es embajadora global de la organización Because I´m a girl dedicada a proteger y apoyar a niñas en desarrollo de distintas partes del mundo: violencia de género, igualdad de derechos, educación, etc…

En 2007 Kate Nash grabó su disco debut, Made of bricks, en el que caminaba por senderos estilísticos pop similares a los de Lily Allen. El segundo, My best friend is You de 2010, tuvo mayores coincidencias con el neo-soul de Amy Winehouse y para su tercer disco, Girl talk, a la venta desde el 4 de marzo, Kate Nash decidió montarse en unas botas raspadas con casquillo de acero y tomar los rumbos de Courtney Love. Hay artistas que durante toda su carrera no cambian un ápice sus propuestas y esta chica en tan sólo seis años nos ha ofrecido tres perspectivas distintas de su feminismo musical.

Las letras de Girl talk le rinden pleitesía al título: hablan del empoderamiento femenino, de relaciones codependientes, caprichos y de una ansiosa lucha por consideración y respeto, aunque al mismo tiempo arrastran una pesada carga de nihilismo, “it doesn´t matter how much I have to drink, I still feel the same”. Musicalmente es un disco pop con un desaliñado espíritu punk, melodías pegadizas y armonías sencillas, distorsión de bulbos y ritmos cabalgantes. Todos los instrumentos fueron grabados por mujeres con Kate Nash al frente en bajo y voz, quien logró un trabajo sobresaliente en ambos sentidos: un mayor dominio y conocimiento de su aparato fonador le ha permitido un estilo vocal diverso, es tan buena gritando algunos coros como cantando a capella, y las líneas de bajo que construyó son austeras pero sumamente efectivas para sostener la base rítmica de las canciones con un sonido machacante.

En las industrias cinematográfica y musical existen dos clasificaciones por demás odiosas: girl movie y girl rock. A Kate Nash la ubican sin chistar en esta gaveta, pero con Girl talk ha demostrado mayor rudeza musical que varios rockeros que he escuchado últimamente.

Kate Nash pudo haber seguido el camino seguro y confortable que llevaba su carrera musical pero decidió crear su propia disquera, fondear esta producción con ayuda de su fanaticada y ensuciar y acelerar un poco la sonoridad de sus canciones. Siendo reduccionista Girl talk resulta un disco pesado y monótono, mucho de lo mismo, que con cuatro o cinco canciones menos funcionaría mucho mejor, pero que tiene algunas entrañables como Sister, Rap for rejection y Death proof (inspirada en la película de Tarantino). Más allá de etiquetas y convencionalismos, Girl talk es un disco con mucho valor y riesgos dignos de aplaudirse, rockea.