Por Omar Morales

¿Qué ha hecho Madonna a lo largo de su carrera para que las canciones, arreglos musicales y producción de sus discos sean de manufactura casi irreprochable? Sencillo (que no simple): contratar a grandes compositores, directores musicales y productores. Caso similar es el de Sam Beam, pero con la poco despreciable diferencia de que él es un artista con ideas musicales propias y admirables. Este hombre de barba prolija y aspecto desaliñado estudió formalmente artes plásticas y cine, y de forma autodidacta aprendió a hacer música. Es pintor, dio clases de cinematografía, ha editado tres discos en vivo, siete Ep´s y cinco Lp´s de estudio, ha dado varias giras internacionales, tiene cinco hijas y apenas 38 años. Su proyecto musical se llama Iron & Wine y es básicamente él con sus guitarras y canciones y cuando graba discos y hace giras invita a diferentes músicos para que lo acompañen. Aquí está el simil con Madonna: si se les quita a ambos la infraestructura musical que les rodea, el resultado es muy distinto. Madonna sin compositores, arreglistas y productores sólo es una gran empresaria; Sam Beam sin sus cómplices es uno de los mejores compositores de su contexto, pero con las bandas que arma para Iron & Wine sus canciones conmovedoras, cargadas de poesía y nostalgia se convierten en temas de grandes proporciones:

El primer disco de Iron & Wine, The creek drank the cradle, fue editado en 2002 y realizado en su totalidad por Sam Beam: escribió las canciones, lo produjo, lo grabó en su sala con un estudio multicanal portátil e interpretó todos los instrumentos acústicos de cuerda que en él se escuchan. El segundo, Our endless numbered days(2004), lo grabó en un estudio profesional con el productor Brian Deck (Counting Crows, Josh Ritter, Modest Mouse), algunos músicos de sesión y, en un alumbramiento similar al que vivió Bob Dylan en 1965, Sam se dio cuenta de que la electricidad y la complicidad pueden transformar para bien algunas canciones.

El trabajo musical del quinto disco de Iron & Wine es superior a lo que normalmente se escucha en el género (no olvidemos que, en escencia, Sam Beam es un compositor folk), resultado de las personas involucradas en su producción. Ghost on Ghost es una mezcla impecable de elementos de la música tradicional norteamericana (rock, blues, jazz, country y funk) con elementos armónicos, rítmicos y melódicos en ocasiones intrincados. La fórmula es en apariencia sencilla: Sam Beam pone un puñado de sus extraordinarias canciones al servicio de un grupo de virtuosos… Corrijo, un grupo de virtuosos se ponen al servicio de las extraordinarias canciones de Sam. Muchos críticos opinan que los arreglos de Ghost on Ghost son excesivos y barrocos y que, en general, es un disco sobreproducido (normalmente no estoy de acuerdo con los críticos, pero en este caso menos que lo acostumbrado). Creo que estamos ante un trabajo armónico digno de aplauso, que lleva las hermosas canciones de Mr. Beam a niveles superiores. El folk no se caracteriza por la complejidad de sus arreglos, el country y el pop adolecen de ligereza, el blues no evoluciona y el jazz se preocupa más por las exploraciones armónicas que melódicas, y poco a poco Iron & Wine ha logrado integrar estos géneros con resultados por demás interesantes.

Con las composiciones de Sam Beam, la base rítmica de Brian Blade (Joshua Redman, Wayne Shorter, Kenny Garrett) y Tony Garnier (Bob Dylan, Tom Waits, Paul Simon, Marc Ribot) y los arreglos musicales de Rob Burger (Tin hat trio), Ghost on Ghost es un disco que merece ser escuchado en repetidas ocasiones con atención y reverencia.

Iron and Wine “Joy” from Hayley Morris on Vimeo.