Pobre. Se nos hunde el corazón: un nerd en plena pubertad, canadiense de origen, se filmó en el gimnasio de su escuela haciendo malabar y medio con un enorme palo. Su intención era recrear una de las escenas más famosas en la historia del cine, momento culminante de toda emotividad del teto fanático de Star Wars: la pelea final entre Luke Skywalker y Darth Vader.

Su torpeza puberta, su cuerpo amorfo (puberto) y su total entrega a la escena (también puberta) hacen del video una obra maestra. Impresionante que su identidad nunca haya sido revelada, pero también estamos hablando de uno de los primeros fenómenos del internet.

Warhol, creo, lo hubiera deshechado como posibilidad de retrato. No tenía la elegancia, ésa siempre perseguida, que él buscaba y disfrutaba de la celebridad. Gustaba del glamour, y en la web poco, muy poco hay de eso.

Es interesante. Es interesante ver cómo la facilidad de producir uno o dos videos produce, efectivamente, celebridades comunes y corrientes. Hace de la fama un asunto aún más frívolo, más vulgar, mucho más humano. Andy no gustaba de los humanos. Andy buscaba la fantasía intrascendente.