Dentro de los anales de la medicina psiquiátrica, existe un padecimiento tan impactante como inquietante: para los pacientes con Síndrome de Fregoli, una persona conocida puede convertirse en un desconocido disfrazado del propio conocido, o alguien desconocido puede, en cambio, aparentar ser un conocido pero en disfraz. Nadie, pues, puede asegurar ser quien en verdad es, y el paciente alcanza entonces los límites de la locura.

En eso pensé durante las primeras páginas de Perturbaciones Atmosféricas, la última (y única) novela de Rivka Galchen. Conocía poco a la guapa autora canadiense, pero la premisa sonaba interesante y compré la novela sin prejuicio o contexto alguno. Saber qué me ofrecería.

Pero lo pensé porque en el libro, el psiquiatra Leo Liebenstein sufre de una idea semejante: Rema, su esposa, ha desaparecido y su lugar lo ocupa una mujer casi idéntica a ella. Pareciera ser ella, actúa y habla como ella, pero algo en el momento desajusta.

Liebenstein entonces emprende la novela de su búsqueda. La esperanza es lo último que pierde un hombre enamorado, y decide que su esposa usurpada no puede resultar muerta. Encontrarla, a como dé lugar.

El resto de la historia resulta ameno, lleno de humor, inteligencia, reflexiones escondidas. Pasa de una lectura sencilla a los problemas mentales más complejos que regala nuestra mente, a las actividades secretas de la Real Academia de Meteorología, pasando por territorios lejanos y alucinantes y las enseñanzas cuasi-filosóficas de un tal Txvi Gal-Chen. Una locura.

De pluma ágil y cierto sentido por la irreverencia, Galchen nos trae una historia que se disfruta para el leer de domingo y la lectura de entretenimiento.

Ése nicho que muchos olvidan para escribir bien.