por: EL ANDROIDE

Entes ocultos y lolitas asesinas

Sam Weber es un verborreico cuenta cuentos. Y aunque su vasto portafolio definitivamente se inclina por las oscuras franjas del surrealismo horrorífico –a veces salpicando en lo más mortecino– algo lo mantiene exento exclusivamente de esta categorización. Llámese bonche de entes teñido de otros mundos o una secreción de su tubería interna, Weber maneja una sorprendente facilidad para trasladar macabros snapshots mentales en imágenes poéticamente oscuras, difíciles de entender en el mundo ordinario.

A menudo evitando el color en pos de tonos en negro y gris, cada pieza guarda consigo algo que en la boca nos sabe a fantasmagorías y cuentos de hadas, dentro de un universo labrado por héroes y villanos atrapados en los engranes de una épica fantástica. Como resultado, Sam Weber arremete contra nuestras cabezotas impregnándonos de visuales bizarros y guajiros como familiares al inconsciente.

Parecería mentira que por el currículum de Samuel han desfilado clientes tan comerciales como The New Yorker, la Time Magazine, SPIN o ¿Men’s Health? A pesar del campechano roster, ningún trabajo de Weber, ya sea personal o para un cliente, sabe a mainstream. Por el contrario sus pinturas e ilustraciones gozan de una calidad mejor apreciada por aquellos recolectores de experiencias y sensaciones intimistas.
“Trabajar con clientes puede ser a veces más frustrante y restrictivo, pero es en esa línea donde puedes encontrar algo con qué ir en contra, algo que cede a la más mordaz e inteligente imaginación. Al final del día debes mantenerte fiel a tu estilo. Los buenos clientes traen consigo interesantes retos, dejándote resolverlos con tu propio vocabulario, lo cual esencialmente es lo mismo que trato de concebir y ejecutar con mi trabajo personal”.

La masiva atención al trabajo del artista con la clientela ha llegado en alguna medida a opacar su chulo-sombrío repertorio personal, pero es precisamente este el que con su mezcla de simplicidad y coacción hace explotar nuestros cerebros.
El más fresco proyecto de Sam Weber trata de una edición ilustrada de El señor de las moscas, una vorágine que anticipadamente ha dado mucho de que hablar. Un húmedo sueño para todos aquellos artistas y nerds aliterados.

Tómala Muñeco

[Calaveritas geeks para los más freaks]

Se fue a la guerra sin su yembé, mi negrito cucurumbé. Por unas cuantas libras biafreñas su mamá lo vendió al ejército nigeriano. Ahora, temeroso se le encuentra en combate con su único cuate, ese mico que le regaló Jaimico.

Sobre su creador

Las esculturas casi a escala humana de la holandesa Harma Heikens, remiten a inocencias interrumpidas. El uso de la figura infantil como representación de la pérdida de la inocencia, nos crea un sentimiento de vulnerabilidad. Es como si todos estos chamacos de Heikens no supieran que muertos ya están.
“Welcome to the Jungle”, figura de casi un metro de altura, va mas allá de su representación literal. “El niño y el mono me parecen en muchos aspectos la misma persona. El chaval esta asustado, no sabe como protegerá al mono que confiado lo mira. Se convertirá en un futuro en aquello a lo que le téme. Es obvio que esto no terminará bien para el mono. Al deshacerse del mono, el niño mismo matara un aspecto de sí mismo.”Herma Heikens

Favor de pasar a observar más sobre el trabajo de esta destacada hija de Holanda en:

harmaheikens.nl

Feliz Cumpleaños para Harvey


Retratos de Pekar. De izquierda a derecha: Jeff Smith, Inaki Miranda, Rick Parker

Harvey Pekar recién cumplió setenta años y más de treinta relatando el agrio esplendor americano. Para conmemorarlo, Jeff Smith, padre de Bone, reunió a la bandita en aras del Pekar Project: setenta retratos y contando del “American Original” tan diversos y ácidos entre sí como él mismo. Salpicando tinta desfilan guerreros de la ilustración y la viñeta como Rick Veitch, Sean Prior, Luis Díaz, Gary Dumm y el propio Smith.

smithmag.net/pekarproject