Una ciudad del arte, por principio de cuentas, debe tener dos tipos de ciudadanos perfectamente delimitados: los que hacen el arte y los que lo aprecian de forma natural. En Chilango buscamos hacer que ambos, autores y público, tuvieran un diálogo mediante una de las formas más controversiales del arte contemporáneo: la intervención de espacios públicos.

Quisimos alejarnos de la los espacios tradicionales de la crítica para que fueran nuestros lectores quienes calificaran las obras y, sí, pusimos a competir a éstas. Evidentemente, para hacer un juicio, nuestros críticos republicanos deben tener información de lo que representa cada obra y he aquí las fichas.