Andy Warhol es el gran artista de la frivolidad.

Alguna vez, cuando se le preguntó acerca de qué era lo que había detrás de su pintura, simplemente respondió: "Nada". En otro momento se le escuchó decir: "Lo que pasa es que yo soy profundamente superficial". Por eso pintar objetos de consumo masivo, tonterías caricaturescas, celebridades. Lo inútil, lo efímero, lo patético de las celebridades, en un mundo que las venera como nuevas deidades y que pronto se olvida de ellas.

Sin embargo, no vale la pena quejarnos demasiado sobre éste asunto. Hacer berrinche sobre nuestro star system es una actitud muy de los sesentas. Tenemos que asumirlo como una realidad y rescatar un punto importante, profético, de lo planteado por Warhol: "en el futuro, todos serán mundialmente famosos por 15 minutos".

Porque el internet ha sido una impresionante maquinaria de estrellas, famas accidentales, celebridades fugaces. Reinos aparecen y desaparecen por minutos, a veces por horas, y la frase que nos ocupa apenas tiene unos cuarenta años. Todos hemos sido famosos, o estamos prontos a nuestra oportunidad.

Por lo mismo, hemos decidido pensar en éstas celebridades cibernéticas, simpáticas o no, bajo la luz de Warhol y su obra. ¿Qué hubiera dicho, qué hubiera pensado? ¿Sus retratos de Marylin hubieran sido reemplazados por retratos del Star Wars Kid (ver adelante)? ¿O se hubiera enfocado en los grandes héroes de la tecnología contemporánea (Steve Jobs, Larry Page, Sergey Bin, Mark Zuckerberg, moot, etc.)?

Me atrevería a pensar que, si viviera, seguiría los pasos de todos los grandes maestros de la pintura: renegaría del presente, y en medio de toda decadencia, expresaría algo así como: "Todo sucede tan rápido. No sé qué pensar. El problema es que ninguno de ellos son guapos".