Parece que la Zona Rosa siempre ha estado ahí; punto de reunión y parada obligada para la comunidad LGBTQ+, siempre se le consideró una zona hip, llena de estilo y modernidad. Ha sido destino favorito para lxs amantes de la noche y se ha reinventado muchísimas veces para adaptarse a una ciudad que se trasforma todo el tiempo.

Su historia se remonta a finales del siglo XIX cuando fue adoptada por la burguesía porfirista, la cual buscaba modernidad y sofisticación al estilo europeo. Como se sabe, la Ciudad de México tiene una relación especial con Francia, fue así como surgió el estilo afrancesado en la arquitectura y en la aparición de las primeras tiendas departamentales. Las cuales buscaban parecerse lo más posible a las grandes boutiques francesas y ofrecían cosméticos, ropa, telas, todo tipo de accesorios y objetos de arte.

Las construcciones estilo Art Nouveau y Art Decó, siguen siendo distintivas en la zona. Convirtiéndola en sinónimo de lujo y elegancia. Ese lujo atrajo a comerciantes, noctámbulxs y poco a poco, a la comunidad LGBTQ+ que en 1960 todavía era relegada a la clandestinidad.

Los sesentas fueron época de cambio, para ese entonces la Zona Rosa ya era superada en lujo por Polanco y Chapultepec, a la par que ganaba adeptxs de todo tipo, entre ellxs artistas e intelectuales como; Manuel Felguérez, Pita Amor o José Luis Cuevas además de toda clase de sexualidades disidentes.

Rosa que te quiero rosa

Vicente Leñero afirmaba que esta parte de la ciudad era demasiado tímida para ser roja; pero muy atrevida para ser blanca. Lo cierto es que el color con el que la identificamos se debe a que la mayoría de los edificios estaban pintados de rosa. Mientras la zona seguía convirtiéndose en punto de reunión entre simples mortales y celebridades. La comunidad irrumpe definitivamente con la apertura –en más de un sentido–  de lugares icónicos como “El Nueve”, de Henri Donnadieu; que fue lugar de exploración, encuentro y desencuentro, hasta que cerró sus puertas en 1989

Este bar-discoteca reunió a personajes tan diversos como; Carlos Monsiváis, Silvia Pinal y Emmanuel Lubezki. Ahí también se presentó Caifanes, en ese entonces conocidos como Las Insólitas Imágenes de Aurora. El ritmo de rock, new wave  y punk, se combinaba con las miradas, los besos y manoseos de quienes estaban descubriéndose a sí mismos; un ambiente que lejos de cuestionarlos les abría las puertas y los aceptaba sin condiciones.

Cinco popotes pa’ compartir

Otro lugar importante fue el Cabaré-Tito  creado por el profesor, actor, director de teatro y activista; Tito Vasconcelos. Quien al igual que su ahora franquicia es un referente de la comunidad. Este sitio apareció como una alternativa divertida y bajo costo para la gente joven que se iniciaba en el ambiente. Misma que hacía largas filas en la calle de Londres, todo para llegar al primer piso de una plaza comercial; en ese entonces, no cobraban cover, el pop reventaba los oídos de quienes asistían, y estaba permitido comprar una cerveza. La cual entregaban hasta con ¡cinco popotes! pa’ compartir, todo acaba tempra porque había que alcanzar metro.

Al Cabaré-Tito le sucedió como a los Gremlins y se multiplicó por la zona. Al igual que los bares que esperan a la comunidad –y a un montón de heterosexuales– todos los días de la semana. Ni la pandemia pudo con la zona pues los negocios se reinventaron  y pasaron la tormenta, no solo eso: en 2018 El Nueve regresó para reclamar su trono.

A ello se suman sex shops que se encuentran junto a restaurantes, tiendas comerciales y cafés, al igual que espacios como Somos Voces, que funciona como librería, además de sede de cursos y talleres.

Con la tuneada que le han prometido a la Zona Rosa, que según los rumores la pondrá al nivel de Las Vegas,  nos tocará ver otra transformación, pero su esencia bohemia y de libertad sexual permanecerá.

Miranda!, felices de reencontrarse con sus fans chilangxs y volver a comer tacos